martes, 22 de julio de 2025

Cuentos de los estudiantes de mi curso de física y astronomía [I. Parte] *PIAM - UCR* (primer semestre 2025)

¡Escriba un cuento! Mis estudiantes de los cursos de Física y de Astronomía, para adultos mayores, en el PIAM de la Universidad de Costa Rica, tienen como requisito, además de la asistencia y participación activa; escribir de una a tres páginas, un ensayo, cuento, narración, experiencia. Real o ficticia, relacionada con física, o astronomía. Estos son algunos de esos cuentos y se los remito como ejemplo, para usted amigo lector, por si quiere participar a distancia. Le aseguro que será entretenido y educativo y a lo mejor descubre su veta de escritor. ¿O quizás quiera ilustrarlos?

Rigel mi estrella
Marta Chacón

Cuando éramos niños, mi mamá tenía la tradición de llevarnos a la playa durante las vacaciones. Días antes, ella empezaba con todos los preparativos. Al paseo íbamos sus ocho hijos y todos los primos y amigos que se quisieran apuntar. En la playa, pasábamos todo el día jugando en el mar, cantando, bailando, saltando olas y sumergiéndonos para pasarlas por debajo. A la hora del atardecer nos llenábamos de repelente para evitar ser picados por los mosquitos y ver tranquilamente el atardecer, cada atardecer era un espectáculo maravilloso, llenando el firmamento con una gran variedad de colores. Mi mamá siempre nos decía: cada atardecer es único, así como nosotros...

Rigel saliendo entre los pinos (apod).

Después de cenar, volvimos a la playa a observar las estrellas, buscar meteoros cayendo del cielo y observar nuestro bello satélite, en la fase que se encontrara. Nos fascina la luna llena, aunque nos impidiera un poco la observación de las estrellas. Muchas veces hacíamos fogatas, cantábamos e inventábamos diferentes juegos alrededor del fuego. Una noche, estaba yo callada, muy ida, observando el firmamento, cuando veo que una estrella empieza a hacerme ojitos, para llamar mi atención, yo me concentro en observarla, ella jugaba con la luz que emitía, reduciéndola y haciéndola más brillante; pasé mucho tiempo observándola. Más tarde le comenté a mi mamá sobre esa estrella coqueta y ella se sonrió.
Al día siguiente yo estaba muy impaciente de que oscureciera y llegara el momento de ir a la playa. Volví a acostarme sobre la arena, en la playa, y empecé a buscar la estrella de la noche anterior hasta que la vi de nuevo, allí estaba, observándome, interrogándome, y empezó a jugar conmigo cambiando su brillo e intensidad. Yo la observaba. De pronto ella me habló y me dijo: " sabes, Yo soy tu Estrella"?

Se la enseñé a mi mamá y me dijo: ¡Ah! esa es una estrella de la constelación de Orión. De ahí me interesé por mi estrella y busqué información, me fue un poco difícil porque en ese entonces no había internet...Descubrí que se llama Rigel, que se encuentra en el pie izquierdo de la figura de Orión y que su nombre proviene del árabe que significa «el pie izquierdo del central o del gigante». También descubrí que es un sistema estelar y que a simple vista se ve como un solo punto blanco- azul. Que es la estrella más brillante de Orión y se le considera la séptima más brillante del cielo nocturno. Supe que es muchas veces más brillante y masiva que nuestro sol. Y se calcula que está a una distancia de 860 años luz del sol.
A partir de ese momento, en que ella me reveló que era mi estrella, yo la busco siempre, en cualquier lugar que yo me encuentre y generalmente la encuentro. A veces está patas para arriba y otras en su posición de pie, otras veces está más arriba o más hacia abajo... Su posición varía según el lugar o el país de donde yo la observe y también, de la hora que la observe.
Leyendo sobre Rigel entiendo porque ella juega conmigo variando su brillo, y haciéndome ojitos, pues se sabe que su magnitud está oscilando constantemente, por eso se le clasifica como una estrella variable β Ori y la variabilidad se debe a las pulsaciones en su atmósfera inestable. En muchas ocasiones he conversado con ella sobre mi vida, sobre el planeta Tierra, sobre el futuro de la humanidad, sobre el universo...  Pues ella es como una amiga para mí. A veces me preocupo sobre que irá pasar con ella porque dicen que tiene una edad estimada de entre siete y nueve millones de años, que ha agotado su combustible de hidrógeno de su núcleo, y que se ha expandido y enfriado hasta convertirse en una supergigante azul que se espera que termine su vida como una supernova tipo II dejando como remanente final una estrella de neutrones o un agujero negro… Pero bueno, me consuela pensar que ya para ese momento, yo, ya no estaré por aquí...

 Mi viaje a Ganímedes
Pablo E. Mora Rodríguez.

 Antes de empezar el viaje debo contarles que después de obtener mi título de bachiller en el Liceo de Costa Rica en 1962, ingresé a trabajar al ICE  como oficinista y también a la Universidad de Costa Rica a Estudios Generales. Siempre me interesó la electrónica así que en esa época también comenzó la Escuela Técnica Nacional a cargo del Ing. Rafael Keith. Fue una época muy interesante, por un lado el ICE haciéndose cargo de la parte eléctrica del país y diseñando una nueva red de telecomunicaciones para sustituir al noble telégrafo. Había inopia de personal técnico preparado así que logré traslado en el ICE a la naciente Dirección de Telecomunicaciones. 

Ganímedes el mayor satélite (apod).

La mayoría de mis compañeros eran egresados de Universidades de Estados Unidos, México, Brasil ; muchos radioaficionados y también entrenados por el ejército americano en Panamá. Entre mis compañeros tuve a un magnífico experto en radio, su nombre era Carlos Lang y aprendí mucho de él. Tuvo problemas con el licor y tenía un carácter muy fuerte, así que tenía problemas familiares y padeció diabetes. Sus últimos días fueron muy trágicos a raíz de su enfermedad, yo iba a visitarlo al hospital San Juan de Dios hasta que desencarnó. Pasaron los años y a menudo pensaba que como le iría en su nuevo estado de conciencia.

Ahora se inicia mi viaje: Tuve un sueño en el cual yo me encontraba en un lugar nuevo para mí, era de noche y me encontraba caminando por un potrero, luego de un rato me topé con una cerca de alambre de púas, me puse a hacer cerebro para poder pasarla sin herirme con las púas cuando de repente una voz muy grave y fuerte sonó a mis espaldas y dijo: Yo te ayudo Pablo y acto seguido alguien levantó un alambre y pude pasar al  otro lado.

Me di vuelta y ¡Oh sorpresa! Vi a mi buen amigo Carlos rodeado de un aura muy blanca y le pregunte que como estaba y me contesto que muy bien. Luego me dijo que quería enseñarme algo muy interesante, mirando el entorno me di cuenta de que no estaba en el planeta Tierra, cuando miré hacia arriba vi una luna gigantesca muy cercana al planeta donde me encontraba. Nos tendimos en el zacate mirando hacia dicha luna y la superficie era lisa y de un color blancuzco. De repente aparecieron unos objetos voladores muy rápidos, en la superficie de esa luna se levantaron como tapas y las naves entraron y las tapas se cerraron.

Que te pareció ? me preguntó mi amigo Carlos y yo todavía medio asustado le contesté: dónde estamos ? y me respondió: estamos frente a Ganímedes y muy pocas personas conocen lo que sucede aquí. Yo le agradecí mucho a mi amigo lo que me había revelado, nos despedimos y termino el sueño.

 
El hombre que soñaba con el espacio
Gerardo Mora Jiménez

Había una vez un hombre llamado Robert, delgado, más bien menudito, alto, pelo castaño claro, ojos claros, que desde niño soñaba con ir a algún planeta fuera de la Tierra. Su imaginación lo llevaba por el Espacio Sideral y se veía en sus sueños surcando las estrellas. Un día, ya adulto, se hizo el propósito de cumplir su sueño. Él había trabajado mucho en su vida, de manera que tenía buenos recursos. 
Se dijo a sí mismo:
-Para que quiero yo tanto dinero para cosas que no han sido, ni son, ni serán, mi sueño que es ir al Espacio. Entonces se propuso como primera acción construir el mismo una nave espacial.
Primero se dio a la tarea de estudiar cómo construirla, la primera idea fue un gran cañón que lo disparara en una especie de cápsula hacia es Espacio, pero pronto desechó esa idea pensando que no podría sobrevivir al cañonazo. Tendría que construir un motor para instalarlo en su nave, de manera que le diera la fuerza suficiente para ir fuera de la gravedad de la Tierra y luego viajar por el Espacio. Con esta determinación se puso a construirlo, en lo que tuvo éxito total. 

Como se comprenderá Robert era aventurero y desde luego no sabía que podría encontrar una vez que estuviera en el Espacio, pero eso no le quitaba el impulso. Llegó el día que tanto había esperado. Se subió a su pequeña nave, encendió el motor y comenzó a elevarse hasta alcanzar una órbita alrededor de La Tierra. 



Absorto observaba su planeta y hasta pudo distinguir el lugar donde había pasado su vida desde niño. Pero claro, eso para él no era suficiente, de manera que aceleró su nave espacial y salió de órbita, ahora si, al espacio.
Pasó cerca de La Luna observando con detenimiento su superficie plagada de cráteres, admiró la cara oculta del satélite y luego siguió su viaje. Pasó cerca de marte, el planeta rojo, y de ahí siguió hasta que entró en la zona de asteroides.
De pronto vio entre muchos un asteroide de buen tamaño, tendría uno 200 metros de largo y 50 de ancho, como un cigarro. Decidió posarse sobre el asteroide y como había llevado su traje espacial salió de su nave y atado a un cable, comenzó a caminar por la superficie. Notó, algo extrañado que sus botas que tenían imán en la zuela se adhirieran en la roca.
De repente Robert escuchó detrás suyo un sonido como metálico, se volteó y miró como el suelo se comenzada a abrir hasta que pudo ver una superficie brillante y una especie de compuerta que se abría. Se asustó un poco, pero, como ya sabemos, Robert era aventurero y valiente. Miraba con atención y en eso escuchó una voz.
 -Entra-.
Se quedó extrañado y pensó en abordar su nave para retirarse, pero de nuevo escuchó la misma vos que le decía:
-Entra, no tengas miedo-
Dudó un momento más, pero al final se decidió. Resulta que el asteroide no era tal, sino una nave espacial camuflada, muy avanzada.  Entonces entró y escuchó otra voz en un idioma que, aunque él no lo conocía, si podía entender. Decía:
-Soy un robot, la voz que estás escuchando es generada por una computadora. Soy de un planeta lejano, fuera de tu sistema solar. A nuestra estrella ustedes la llaman Alfa Centauri y queremos llevarte ahí, si estás de acuerdo-
Robert se emocionó y asintió, es que eso era más que su sueño. Ir en algo así como un platillo volador. Le asignaron una especie de camarote que tenía todas las facilidades que requiere un ser humano. Hasta ese momento solo escuchaba la voz que era del robot, no había seres vivos en la nave.
Entonces la moderna nave empezó a moverse hasta alcanzar una velocidad muy superior a la de la luz, de manera que pronto salió del sistema solar y a las pocas horas pudo ver por una ventanilla un espectáculo maravilloso.
Toda el agua en la Tierra (apod).

Era un planeta brillante cuyo suelo era como de oro. Él lo llamó Gold.  La nave se posó suavemente sobre la superficie del Gold en una especie de aeropuerto, como decir para nosotros un helipuerto o algo así, y entonces se abrió la puerta de la nave. La misma voz de siempre le dijo:
-Sal de la nave-
Afuera lo esperaba un recibimiento muy cordial y notó que los habitantes que lo estaban recibiendo eran muy amables, pero eran todas mujeres, bellísimas, llenas de cadenas, aretes y anillos de oro puro, con piedras preciosas. Le dijeron:
-Puedes quitarte tu casco, aquí el aire también es respirable para ti- Así lo hizo.
Le explicaron que esa sociedad estaba a punto de la extinción debido a que los varones, todos, habían muerto en una guerra intergaláctica.
Nos dimos cuenta, le dijeron que como habías salido solo en esa pequeña nave, era por ser muy valiente e inteligente, entonces te seleccionamos y quisimos traerte a nuestro planeta.

El hombre asintió, después de todo no tenía como regresar por sus propios medios, su nave no alcanzaría nunca esa velocidad.
Entonces el respondió. - Con gustó me quedaré-
Le dijeron, no serás el único ya que estamos buscando hombres como tú. Tu eres el primero. Y es que nuestra prioridad es repoblar nuestro planeta ya que como solo mujeres quedamos, una vez que vayamos muriendo nuestra especie se extinguirá. La idea es que cada varón que traigamos de diferentes planetas elija una mujer, la que más le guste, para que sea su compañera.
Robert estuvo de acuerdo y entre ellas miró a una chica de cabellos dorados como el oro, ojos azules y en general, preciosa.

Se dijo: esto es más de lo que yo hubiera soñado y les comunicó que esa chica era la elegida.
Entonces se celebraron las bodas con gran pompa y Robert estaba muy feliz.
Y así fue como comenzó una nueva vida y claro lo que él pensó era su primer amor. Ella se llamaba Ilona. Pronto Ilona comunicó que estaba embarazada y al poco tiempo nació el primer niño. Él le puso por nombre Tierra en honor a su planeta de origen.
Después fueron llegando otros hombres y así se fue formando una nueva sociedad. 

Cuenta la historia que el planeta Gold fue repoblado y ahora por todas partes se puede ver monumentos con el nombre de Robert quien, aunque habría podido volver a La Tierra, nunca quiso hacerlo y amó a Gold como su propio planeta.
Lo que enseña este cuento es que para ser felices debemos buscar hacer aquello que más nos guste, tomando riesgos y sin apegos a las cosas de un pasado que ya no está.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

 El difunto
Juan Sánchez Castro

En un pueblo, toda la gente llora porque murió un ser muy querido por la comunidad. Vivió muchos años en ella, y era muy especial. Se dice que no falleció de forma natural, que lo asesinaron.
La policía busca al autor de tal crimen, pero, hasta ahora, no lo ha encontrado. Mientras la comunidad prepara los funerales, se decretan tres días de duelo y todos los comercios cierran sus negocios. La tristeza es general.

Se sabe poco de este ser; solo que nació en la montaña, bajó al pueblo y se quedó con sus habitantes por mucho tiempo. Los extraños preguntan cómo se llama el difunto, y los pobladores les contestan que su nombre es Río Esperanza.

Ahora, la policía descubrió quién es el autor del crimen. Es toda la comunidad. Nadie cuidó a este ser vivo que dio de su agua, de su frescura y hasta sus peces para la alimentación.
La comunidad vio cómo, poco a poco, moría.

No lo ayudó; siempre echó basura a su cauce y nunca se sembraron árboles en sus orillas para salvarlo. Agonizó por mucho tiempo.
De su vida solo queda el recuerdo en las mentes de estas personas y para las futuras generaciones.
Solo quedó su cauce, donde los mayores del pueblo contarán que ahí hubo un Río, al cual dejaron morir.

 La última misión a L2
Fernando Borrasé

Capítulo 1: Al rescate
El Telescopio Espacial James Webb (JWST), situado en el punto de Lagrange L2, era uno de los mayores logros de exploración espacial de la humanidad, pero también uno de sus mayores desafíos. Después de años en servicio, sus tanques de combustible que le permitían su precisa orientación además de estabilizarlo en su privilegiada posición estaban casi agotados, y sin el JWST la observación del cosmos se vería seriamente comprometida en el futuro.
La NASA consiguió el presupuesto de parte del congreso y decidió lanzar una misión especial para repostar el JWST. La nave diseñada y fabricada por la Boeing, llamada Odisea, tenía la tarea de acercarse, conectar, y transferir combustible al observatorio desde una nave adicional no tripulada, también de Boeing, que había partido unos días antes.
El James Webb desde que fue diseñado siempre tuvo la opción de poder ser recargado pero la tecnología y el presupuesto no existían en ese momento. Además, nunca astronautas se habían alejado tanto de la Tierra ni se habían expuesto tanto a las peligrosas condiciones del espacio profundo exterior.
La comandante Elena Márquez, la piloto principal, se preparó en la estación de lanzamiento en la costa Atlántica de Florida junto con sus dos compañeros masculinos conscientes de la importancia de esta misión. La tecnología de punta, los sistemas automáticos, su entrenamiento y la habilidad humana estarían en juego.

Capítulo 2: El viaje hacia L2
La nave Odisea partió de la Tierra en una noche totalmente despejada de nubes, cruzando la atmósfera y entrando en una trayectoria de transferencia que la llevaría hasta L2, un punto de equilibrio gravitacional donde las fuerzas del Sol, la Tierra y la Luna se equilibran para mantener objetos en una posición relativamente fija con respecto a la Tierra en el espacio.
El viaje de ida, que duró más de una semana, estuvo marcado por la vigilancia constante, pero también por la calma que solo el vasto silencio del espacio podía ofrecer. Elena y su equipo monitoreaban los sistemas, preparándose para el encuentro con el telescopio que, en los últimos años, había sido una ventana al pasado del universo. Era una herramienta insustituible para los astrónomos terrestres. Mientras tanto, la nave de reabastecimiento, llamada Hércules, se mantenía en posición estable cerca del JWST estabilizada también por las fuerzas gravitacionales de L2, lista para la transferencia de combustible.

Webb Space Telescope.

Capítulo 3: La llegada y la conexión
Finalmente, el momento llegó. La Odisea se aproximó cuidadosamente, usando sus propulsores para ajustar su posición. La conexión entre las dos naves era una operación delicada que requería precisión absoluta. Elena maniobró con calma, guiada por los datos de sus instrumentos y asistida por sus computadoras. El enlace se estableció lentamente, y los técnicos de la NASA en la Tierra observaron con atención cómo los sistemas automáticos de transferencia se activaban. Había unos segundos de demora, por la distancia a la Tierra, que precisamente impedían que la operación se realizara con seguridad remotamente desde la base terrestre.
El flujo de combustible empezó lentamente, pero algo extraño ocurrió: un leve temblor recorrió la nave tripulada. Algo definitivamente no andaba bien.

Capítulo 4: La amenaza inesperada
Una falla inesperada en el sistema de transferencia provocó una pequeña fuga de combustible. Aunque mínima, podía representar un riesgo para la misión. Los sistemas automáticos de la nave programados para evitar cualquier peligro detectaron la anomalía y comenzaron a cerrar la transferencia, potencialmente arruinando el objetivo de la misión pero para eso estaban allí los astronautas enviados a supervisar la operación.
Elena, con calma y precisión, inició un procedimiento manual para minimizar o detener la fuga y estabilizar la situación. La tensión en la cabina de Odisea era palpable, pero su entrenamiento la ayudó a mantener la serenidad.
Mientras tanto, en la Tierra, los ingenieros de la Boeing y la NASA trataban de diagnosticar el problema ayudando con consejos e información para que la capitán y su asistentes tomaran las mejores decisiones para la inesperada situación en que se encontraban. Finalmente a la nave autónoma Hércules se le ordenó cambiar la posición para probar si se podía continuar con la descarga manual. Resultó que la parte de la nave tanquera que estaba en la sombra se había enfriado tanto que los empaques o sellos de hule sintético se habían endurecido más de lo esperado y su capacidad de sellar las conexiones por donde pasaba el combustible no eran las esperadas.

Capítulo 5: El éxito y el regreso
Tras horas de esfuerzo, la transferencia finalizó con éxito. La casi totalidad de combustible llevada a L2 había sido depositada en los tanques del JWST, permitiendo que continuara con sus observaciones por muchos años más. La tripulación en la Odisea respiró aliviada. El cambio a abastecimiento de combustible manual, la calma de la comandante y el trabajo en equipo habían salvado la misión. Para eso habían sido entrenados.
El regreso a la Tierra fue tranquilo y sin contratiempos.
La nave Odisea trajo de vuelta datos valiosos y nuevas experiencias que servirían para evitar problemas como el acontecido en futuras operaciones en el espacio profundo.
La nave Hércules fue descartada en dirección al Sol para evitar alguna colisión en el futuro que pudiera causar alguna emergencia.

 Capítulo 6: La nueva era de exploración
De vuelta en la Tierra, Elena y su equipo fueron recibidos como héroes. La misión no solo aseguró la vida útil del JWST, sino que también demostró que, incluso en los confines del espacio, la humanidad podía superar cualquier desafío. Los tres astronautas consiguieron el título de ser los humanos que más largo habían viajado y ese récord de seguro permanecería en sus manos por muchos años.

El éxito de Odisea inspiró nuevas misiones y tecnologías para explorar e incluso, como esta nave y su gente viajó tan largo de nuestro planeta, se pudo considerar y planear misiones para cuidar nuestro planeta de posibles futuras colisiones contra objetos peligrosos que cruzan nuestra órbita, marcando el comienzo de una nueva era en la exploración espacial muy profunda que los gobiernos habían abandonado por tantos años.

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