Contribución de Eduardo Odio Orozco
"La siguiente narración es de un hecho
muy poco o nada conocido, ocurrido en un Guanacaste muy distinto al de hace
unos meses.
Por años me dedique a la producción
agropecuaria en una finca -hoy en trozos- situada en Aguas Calientes de
Bagaces. La siguiente historia creo que le interesará don Alberto por dos
motivos: a) en Costa Rica cayó un meteorito después del mencionado de Heredia de 1857 y b) fui testigo y creo conservar un trozo de ese objeto.
Ocurrió durante una noche que estimo
en hora alta, o sea, entre 8 y 10 p.m. luego de un día normal de trabajo. Como
era normal luego del trabajo de la tarde, todos pasamos a la casa a comer un
gallo pinto sencillo, acto que daba por concluida toda labor. Sin embargo,
siempre se quedaban algunos peones para hablar cosas sin importancia, historietas,
leyendas, y anécdotas graciosas de alguien conocido.
El asunto es que estábamos tres o
cuatro personas en el corredor de la casa (en ese tiempo no había luz
eléctrica) y de repente, en segundos, todo se iluminó de un verde jade muy claro.
Era tanta la luz que todo se podía ver a la perfección. Cuando todos levantamos
la vista vimos una gran bola en el cielo que iba en dirección a la península de
Nicoya a una velocidad increíble. Luego de los comentarios lógicos, los cuentos
y las historias típicas de un evento así de extraño, todo acabo y cada uno
montando su caballo se dirigió su casa.
A los tres o cuatro días un vecino me
dijo que lo acompañara a juntar un ganado en la finca de él, La Siete Cueros,
en Cofradía de Montano, Bagaces. Llegando al sitio me ubique en una loma
para evitar que el ganado se dispersara cuando llegara. Mientras esperaba vi un
hueco pequeño, que supuse un punteo de huaquero para buscar tumbas (en dicho
lugar hay muchas huacas) y fui a inspeccionarlo, encontrando una piedra negra,
pequeña, incrustada en el manto de cascajo. Ya que ahí no hay piedra viva o sea
dura, saque la piedra negra notando que era muy pesada para su tamaño. La tire
a un lado y con el cuchillo pique buscando señas de huaca, pero no había nada
más que tierra dura y cascajo. Le reporte el hueco al amigo y lo tapó por
aquello que una vaca no se quebrara una pata.
Ya al irnos y tapado el hueco, antes
de subir al caballo miré la piedra negra y pensé que podía ser útil para
sostener la puerta de la casa, -ya que en esos tiempos las puertas permanecían
abiertas aun en la noche- función que cumplió durante años.
Todo lo narrado ocurrió entre el año
de 1980 a 1985, pero me resulta imposible recordar algo con mayor detalle,
debido a que tanto la luz verde como la piedra negra no los relacioné como
parte de un mismo evento, y menos que tuvieran ya sea el uno o el otro alguna
importancia.
Al leer lo de Aguas Zarcas me acordé
de aquella noche y la piedra negra.
Fui a la casa vieja de Bagaces y ahí
estaba, tirada en un rincón. La miré y aparte del peso y ya lavada, vi que
tenía características extrañas.
Seguí informándome de meteoritos y
sus características y comprendí que la piedra negra es un posible fragmento del
fenómeno luminoso primeramente descrito, solo que el bólido continuó su
trayecto, y la piedra negra estaba más al este de la casa.
No sé si fue un pedazo desprendido de
un objeto de mayor tamaño, o que será. El asunto es me la traje a San José para
averiguar de una vez por todas si es parte del meteorito que cruzó el cielo o
solo es una piedra rara, que pese a su tamaño reducido pesa 2 kilos y casi 200
gramos (según la romana de la pulpería).
Ah, olvidaba contar que la piedra
negra se le pegan los imanes, cosa que supe por casualidad en la pulpería donde
la llevé a pesar.
Le envió unas fotos de la piedra
negra para saber si es o no parte del fogonazo de luz, y sí que sepa que en
algún lado ya sea de Nicoya, el golfo o el mar, cayó un meteorito en los
primeros años de la década de los 80 en Costa Rica.
Atentamente
Eduardo Odio Orozco."
Visitaré a don Eduardo en estos días y luego le seguiré contando sobre esta historia. jav.
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